EDIFICIO EDUCACIÓN DEL FUTURO

CONCURSO INTERNACIONAL

12.600 m2

BUENOS AIRES. 2019

EQUIPO: Matías Beccar Varela, Jano de la Vega (autor asociado), Malcolm Berri, Joaquín de la Vega, Matías Muxi, Prem Lorenzen, Matías Rojas, Juan Kinder, Alejandro Timpanaro (asesor estructural).

Piedra basal del nuevo Parque de la Innovación, nuestra propuesta toma como propias las metas de transformación y desarrollo creativo, en una reflexión sobre los aportes concretos que la arquitectura puede efectuar sobre las actividades del mundo académico, laboral y social en general. El edificio se implanta en el Master Plan cubriendo la totalidad de la carpa edificable para aportar su cuota de participación en el armado de la impronta institucional del conjunto. Pero es incentivado por su propio carácter inaugural y simbólico que nuestro proyecto se toma el trabajo de romper la jaula espacial en su interior –una vez traspuestos los límites de la epidermis reglamentaria– y esto como evidencia de que ambas cosas son posibles y deseables: el orden común y la fuerza de las ideas independientes.

El proyecto toma como cara principal la orientación hacia la plaza pública que a su vez conecta con el gran paseo central que estructura linealmente el Parque. Así, el acceso cotidiano y más masivo del edificio se orienta hacia ese eje, con una gran escalinata-graderío que comunica directamente el espacio público del Parque con las aulas y el corazón del edificio: un inmenso espacio de 5 alturas que configura lo que llamamos el “Patio del encuentro” y se abre francamente hacia la espacialidad urbana de esa plaza, primero, y del eje parquizado, después.

Un segundo patio, más elevado y de carácter más recluido, se llamará “Patio del sol” por estar orientado al Norte y simbolizar una segunda instancia de conexión con el afuera: ya no la de lo social, sino la de lo ambiental. Este segundo gran espacio dialoga con su entorno ahora sí un poco más lejano y también más elemental: la llanura, el horizonte del río, los rayos solares que atraviesan el cosmos para calentar las entrañas del edificio.

La gran cantidad de aulas se resuelve en un armado clásico de doble crujía que resulta positivo para estructurar recorridos cortos en torno a un núcleo de circulación vertical que se sitúa estratégicamente en el centro de la masa edilicia. Al mismo tiempo, esta doble crujía es constantemente deconstruida mediante la introducción de vacíos en reemplazo de paquetes de módulos completos. Estos vacíos alimentan así directamente la circulación central logrando vinculaciones novedosas entre los distintos ámbitos y una espacialidad rica en situaciones diversas y propicias para el encuentro y la permanencia.

La pieza determinante en este juego de liberación espacial es en realidad el Auditorio. Con sus 1700 m2 de área (más los 500 m2 del Foyer) es enviado al primer subsuelo, logrando “airear” la superficie edificable sobre rasante. Este gesto es un factor que revoluciona la concepción estructural general del edificio: todo el lado Noreste del edificio quedará “colgando” de un reticulado de dimensiones colosales para así poder prescindir de columnas en la totalidad del espacio del Auditorio. Esta determinación estructural irá de la mano del “vaciado” del programa siempre de ese mismo lado del proyecto, logrando alivianar los esfuerzos estructurales del gran reticulado. A su vez, esta es la cara Noreste del edificio, con lo cual el escalonado de generosos vacíos aprovecha mejor el asoleamiento durante los meses invernales. Por último, la mayoría de las aulas quedan de esta manera dispuestas hacia el lado ideal: el Sur, con su luz difusa pareja a lo largo de todo el día.

Una “piel solar” se coloca por fuera de todo el cuerpo principal del edificio, tomando la zona intersticial de 1,5 metros disponible por bases, y concebida en interacción diferenciada con cada una de las cuatro orientaciones. Así, un sistema de parasoles –más preponderantemente horizontales, más verticales, un mix de ambos, o una simple lámina textil– es diseñado específicamente según el trabajo que requiera realizar a lo largo del año en su interacción productiva con el sol. A esta epidermis inteligente se le suman tres sistemas independientes de aprovechamiento energético: a) efecto Venturi Sur-Norte; b) control solar/efecto invernadero; c) efecto chimenea en áreas comunes. Estos sistemas pasivos constituyen una parte inescindible del proceso creativo general y de la configuración espacial y tecnológica resultante, alimentando de esta manera los sustratos más profundos del carácter del edificio.