Una pieza inusualmente larga domina el paisaje con elegancia clásica. Descansa sobre unos apoyos tan separados entre sí (25 metros de luz) que hablan tanto de una sofisticación tecnológica como de una búsqueda por tocar el suelo lo menos posible. Se trata de “tocar esta Tierra suavemente” y en un mismo gesto ofrecer una contundencia paisajística, racional y constructiva. El parque y el pabellón, la Naturaleza y la Arquitectura, potenciados mutuamente, uno subrayando las características del otro, en contrastado equilibrio. De eso se trata nuestra propuesta.

El extenso elemento infraestructural funciona como una galería de 135 metros de largo que atraviesa el parque sin tocar un solo árbol y que invita a recorrerlo bajo su cobijo. El agua de lluvia recolectada se vierte y reserva en dos estanques situados en los extremos, a la vista de todos. La totalidad de los elementos prefabricados y su montaje están a la vista, ofreciéndose al visitante en una estética/didáctica de lo tecnológico y lo ambiental.

Bajo el mismo techo, los paquetes programáticos se enchufan como piezas independientes, potenciando la etapabilidad de la obra y una flexibilidad máxima de usos tanto interiores como exteriores —e incluso híbridos: la apuesta del proyecto es por la disolución de esos límites.

El edificio se estructura como una espina dorsal de muy bajo impacto (la galería) a la que se le van adosando volúmenes independientes con suma libertad de tiempos y espacios. Sus formas, de hecho, son el resultado de las oportunidadades dejadas por los claros entre los árboles.

Las propias características técnicas de la pieza la vuelven apropiada para lograr estos objetivos. Una viga-canalón premoldeada se apoya sobre soportes colocados cada 25 metros. Así, con un mínimo de apoyos se cubre una máxima extensión, logrando molestar lo menos posible a los árboles (y sus raíces), incluso cuando alguna viga pase relativamente cerca de una de sus copas. El elemento premoldeado elegido para la gran galería (cubierta “W” de hormigón pretensado) logra sortear los 25m de luz con suma esbeltez y consecuente elegancia. Sus puntos de apoyo son unos pequeños pórticos de perfilería pesada Acindar (HEB 400), mostrándose al desnudo en sus finas alas y uniones abulonadas. Los momentos volcadores de la estructura son resueltos también en esta filosofía, señalando en cada rigidizador o contrafuerte diagonal el sentido natural de las cargas gravitacionales y ofreciendo una impronta de firmeza y estabilidad sustentables.