LABORATORIO AMBIENTAL BINACIONAL – CARU (URUGUAY)

CONCURSO INTERNACIONAL, PRIMERA MENCIÓN

2.400 m2

FRAY BENTOS, URUGUAY. 2018

EQUIPO: Matías Beccar Varela, Jano de la Vega (autor asociado), Marilyn Botheatoz, Manuela Bresso, Joaquín de la Vega, Laura Amdan, Ivan Dacharry, Marcos Gonzalez Mazza, Francisco Díaz Perez, Haygaz Sala, Sebastián Devoto.

El nuevo Laboratorio Ambiental Binacional de la CARU se implanta cuidadosamente en la zona más despejada del predio, dispuesto en sentido paralelo a las curvas de nivel, decisión que desencadena múltiples beneficios: el movimiento de tierra es mínimo, ya que la pendiente desciende en el sentido corto; hay mayor cantidad de locales bien orientados y con vistas hacia el río; el edificio queda en condiciones ideales para futuras ampliaciones, con la posibilidad de crecer tanto hacia un lado como hacia el otro. Conceptualmente, la propuesta es una huella singular en el paisaje con dos características fundamentales: 1) conforma un claustro de contención para el tranquilo desarrollo de sus funciones y 2) puede crecer indefinidamente, gracias a la disposición del programa en 3 bandas paralelas al sentido largo del terreno.

La primera de las 3 bandas programáticas se reparte las funciones más representativas. La segunda banda es el corazón del proyecto y reúne los 5 laboratorios: Hidrobiología, Bacteriología, Orgánicos, Metales y Físico-Químicos. Un anillo de circulación de ancho constante (los 2,70m que constituyen el módulo base de todo el edificio) los conecta francamente entre sí y con el resto del programa. A la vez, este anillo es una pieza fundamental de la experiencia cotidiana ya que se abre, por un lado, al paisaje exterior y, por el otro, al paisaje interior del “Jardín de las Ciencias”. Se conforma así una tipología de claustro, jerarquizando el trabajo de los científicos y promoviendo el encuentro entre todos a través del medio natural. Sobre el contrafrente se agrupa, conformando la tercera banda, el sector de apoyo logístico y tecnológico. La explanada es el centro de maniobras para los vehículos que abastecen de muestras, equipos e insumos para el funcionamiento de los laboratorios.

El “Jardín de las Ciencias” es una puesta en práctica de las aspiraciones que le dan impulso a la CARU como institución: auténtico microcosmos ecológico, reúne en su seno una muestra de la variedad de especies vegetales nativas de la región, conformando un paisaje rico, diverso y auto-regenerativo, a la vez propicio para la propagación de la fauna autóctona. Paradigmático desde un punto de vista sustentable, de bajo mantenimiento e impacto ambiental positivo, el jardín que reúne a los científicos en torno a sus tareas –y también en sus ratos libres– se plantea como un soporte no necesario pero fundamental en el horizonte de sentido del nuevo laboratorio.

La propuesta se basa en las características ecológicas de la región del Litoral Sudoeste del Uruguay, atendiendo a su vez la demanda por la conservación y uso sostenible de la Biodiversidad, sumándose a la promoción de hábitats para el desarrollo de especies de flora y fauna vulnerables. El jardín se compone entonces como un conjunto de especies nativas diversas, conformando pequeños grupos o “bosquecillos” a escala, de uniformidad identificable e implantando “corredores” que los conectan, completando el sistema con arbustos y herbáceas de la región. Este espacio central en el proyecto se instala de esta manera con una función didáctica además de recreativa y de compromiso activo con el medio ambiente.

La totalidad del proyecto se encuentra regido por un módulo de 2,70m, que funciona muy bien ya que conforma el ancho estándar para los pasillos. Al usarlo en doble módulo obtenemos 5,40m, una buena medida para el tamaño de las salas requeridas en los usos de laboratorio y servicios. Este doble módulo de 5,40m constituye la grilla de base para las luces estructurales, conformando una sucesión de ejes equidistantes. La estructura portante se piensa en perfilería de acero para columnas, vigas y la subtrama de correas, que en este caso es importante por el sobrepeso de la maquinaria prevista sobre cubierta. Los laboratorios, por su disposición fuera de trama, contemplan un sistema combinado con parantes metálicos perimetrales.

La construcción es así completamente en seco: muros de estructura de perfiles galvanizados, aislación térmica, interiores en placa de yeso y terminación exterior en planchas de chapa conformada prepintada. Los techos son livianos, aunque con la sub-estructura suficiente para soportar los equipos exteriores a colocar sobre ellos. La cubierta puede resolverse en isopaneles o producto similar, por su excelente prestancia térmica, logística y sus bajos costes relativos. En este sentido, y una vez resuelta la sub-trama estructural de soporte para la sobrecarga, la cubierta liviana es mucho más simple de perforar, pensando en todas las variaciones de equipos y chimeneas de extracción que un laboratorio puede tener. En definitiva, en todo momento se previlegia un amplio sentido de flexibilidad.