Majestuosamente implantado frente al lago Nahuel Huapi y con una masa forestal muy desarrollada en sus dos hectáreas y media, el terreno para el proyecto Las Golondrinas se nos ofrece como una oportunidad para implementar una propuesta ambientalmente responsable. La ubicación privilegiada sobre la Avenida Bustillo, en el corazón patrimonial y turístico de Bariloche, nos invita a pensar además en soluciones a la vanguardia para este tipo de enclaves, que puedan actuar como modelo para la dirección que quiere tomar la Ciudad en el futuro.

En esa línea, nuestro proyecto se piensa como una suma de pabellones de bajo impacto en el interior del bosque, de escasa altura y siguiendo muy de cerca a la antigua casona existente, como una referencia inmediata que hunde sus raíces en las tradiciones milenarias de la arquitectura de montaña: una forma de asegurarse una interacción racional con las variables topográficas y climáticas, pero también tecnológicas y productivas del ecosistema local. Íntegramente concebidos en madera industrializada, con laminados de forestación para las piezas estructurales, los edificios se piensan con una cadena de insumos y logística controlados que apuntan a establecer una huella de carbono mínima, a la vez que se integran sin sobresaltos a la matriz constructiva regional.

Mediante la implantación de estos delicados elementos a lo largo y ancho del terreno, la distribución del programa de necesidades (un auditorio, una confitería, unos dormis, un “refugio del té”) logra encontrar los resquicios en donde edificar sin tirar prácticamente árboles. Un escueto sendero de grava recompone la vieja huella para el ingreso y estacionamiento de vehículos; una senda peatonal serpentea por el bosque conectando los edificios y distintos puntos de interés escondidos, por ejemplo, montaña arriba. La dispersión de los usos de esta forma, en definitiva, vuelve muy concreta la inmersión de los futuros usuarios en un medio natural exuberante y que sin duda es el verdadero protagonista de Las Golondrinas.