PLAN DE VIVIENDAS PARA LA VILLA 20

PROYECTO URBANO DE 904 VIVIENDAS, PLAZAS Y EQUIPAMIENTO PÚBLICO (AMPLIACIÓN DE PROYECTO GANADO POR CONCURSO)

80.000 m2 (cubiertos)

VILLA LUGANO, BUENOS AIRES. 2017-2018

EQUIPO CONVENIO FADU/UBA–IVC: Matías Beccar Varela, Miguel Altuna (autor asociado), Daniel Becker (Fadu), Martín Motta, Luis Méndez, Pedro Caride (IVC).

FOTOS: Javier Agustín Rojas, MBVAA, IVC.

CLIENTE: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Como parte de un Convenio de trabajo con el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), la Facultad de Arquitectura (FADU/UBA) nos convoca en 2017 con la idea de utilizar el proyecto original ganador del Concurso como insumo de tejido para una nueva trama del Plan de Viviendas para la Villa 20. Esta nueva trama había sido aprobada por ley luego de numerosas idas y vueltas entre el IVC, el Poder Legislativo y los diversos representantes del barrio.

El nuevo contexto requería, como principal novedad, incorporar al proyecto la voz del usuario a través de las Mesas de Gestión Participativa. Rápidamente nos sumamos a esos encuentros, con decenas de vecinos en el centro escolar del barrio, o en reuniones más íntimas, llevadas a cabo directamente en la casa de alguno de los representantes. A las Mesas asistían también, aparte de los funcionarios y técnicos del IVC, actores del ámbito académico disciplinar con una historia en el barrio (Taller Libre de Proyecto Social, FADU).

Con escaso tiempo disponible, el equipo se avocó a transformar el proyecto original de un bloque de manzana en varios tipos de bloques de nuevas dimensiones, que se desprendían de la nueva configuración geométrica del Master Plan Urbano aprobado por ley. Además, la escala de los consorcios debió ser reducida a la mitad y la cantidad de núcleos de escalera se vio, en consecuencia, duplicada. Los edificios que originalmente eran grandes bloques con patios interconectados, pasaron a conformarse por fragmentos de funcionamiento independiente.

Una vez lograda la adaptación y alcanzadas las 904 unidades de vivienda requeridas, gracias al excedente que habíamos logrado como premisa, nuestro trabajo puso el foco en la conformación de unos pequeños recintos públicos –40×30 metros– que pudimos sustraer a la trama recibida. Los llamamos “Plazas Cívicas”. Frente a ellas, y dotándolas del carácter que les confería su nombre, propusimos unos bloques edilicios singulares, cuya principal característica era la materialidad ladrillera y un basamento de locales institucionales de escala barrial. Lo consensuado con los futuros usuarios fue que esos espacios públicos bien contenidos servirían como lugar de esparcimiento para los niños y jóvenes: a diferencia de los grandes vacíos verdes cercanos, las Plazas Cívicas pertenecerían al barrio y resultarían más seguras por la propia proximidad de los vecinos.

Con estas piezas urbanas destacadas el proyecto general encontró también un ritmo distinto y de mayores proporciones, intentando dar respuesta al problema de la iteración descontrolada. A su vez, pequeñas alteraciones fueron apareciendo en la configuración misma de los bloques de viviendas, dotando al conjunto de una textura más compleja y de cierto carácter heterogéneo.

Finalmente, acercándonos al final del proceso de construcción y luego de un largo derrotero de puesta en común con la realidad, podemos entrever en la materia construida que felizmente persisten algunas de las intenciones de aquel primer proyecto para concurso. Significativamente: la apertura de los grandes patios en su lado Norte, en lo que es la configuración de un conjunto urbano que propone al mismo tiempo un frente edificado regular –en línea con la tradición urbanística local– y una respuesta diferenciada hacia la buena orientación solar. A esto se le suma la visible fragmentación del bloque de manzana en unidades volumétricas menores, en una operación que logra reducir la escala general de la intervención, alejándola de su siempre latente potencialidad estigmatizante, y aproximándola morfológicamente a la composición de pequeños volúmenes típica del tejido preexistente vecino. De esta manera, y sumándose al “esponjamiento” en curso y a la apertura de calles estratégicas dentro del barrio, pareciera irse configurando una transición equilibrada entre las distintas partes de lo que al fin y al cabo debe ser nada más (y nada menos) que un pedazo más de la Ciudad.